sábado, 20 de octubre de 2012

Cocinarme la piel, #3


La verdad es que diestro en la cocina no soy, aún no aprendo a cocinar un buen arroz y las pocas veces que he intentado hacer arepas no quedan lo que digamos "redondas" y suaves, siempre me he mantenido en lo básico un poco de pan, jamón, queso, tal vez lechuga y tomate, si me siento muy arriesgado hago pasta pero no siempre soy tan entusiasta en la cocina para aventurarme en eso que llaman "hervir agua", sin embargo no es que odie estar en la cocina, más bien podría afirmar sin lugar a dudas que me encanta.

A veces es como que se me incorporara un espíritu -que a decir verdad preferiría que fuese un hombre intentando hurgar por mis orificios-, y comienzo a cocinar, más allá de hacer la "última cena", de lanzarme un banquete, o de preparar una comida digna de un chef, lo que hago es pensar, porque mientras estoy en silencio picando cebollas, rebanando tomates y pelando ajos vienen esos pensamientos que me atacan.

No comprendo como tú, Fernando -sí, hablemos con nombres, dejemos tanto misterio para la biblia y las religiones-, en 10 meses te hiciste del poder para enamorarme, para meterme en las fibras de mi piel y no solo allí, sino en todos los huecos que pudiste conseguir para no querer salir de mi cuerpo. Yo acepté ser tu "gusto", tu "amigo" al que le metías los besos permitiéndome que te tocara mientras tu novio te esperaba todas las noches en su cama.

Pero yo nunca me engañé, tú nunca me engañaste, siempre estuve claro, siempre supe y lo peor es que lo permití, accedí, acepté, lo quise así, en nombre de la "libertad" que mi condición sentimental me otorgaba y las puertas que la "soltería" podía abrirme, estando contigo sin realmente estar contigo. Tenía lo mejor de los dos mundos -según me repetía todos los días antes y después de verte- te tenía a ti y podía tener al mundo, sin compromisos, sin lazos, ni responsabilidades, sólo lo bueno, las conversaciones "honestas", los momentos para compartir.

Sin embargo antes de decidir si quería colocar o no la panera para disponerme a comer, llegué a la conclusión que yo quería todo, el compromiso, las responsabilidades, los celos, los momentos, los abrazos y los besos, el sexo, el amor, las caricias, los problemas y las soluciones, las sonrisas y el compromiso de estar con la persona con quién quieres pasar el resto de tu vida... ¿Por qué cómo dejas ir a tu "mitad" si tanto trabajo te costó conseguirla?, entonces decidí que no quería colocar ninguna panera, porque la panera es un símbolo de amor, la panera sólo existe de dos personas en adelante.

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